Un reciente estudio reveló que la gente mejor formada académicamente es más propensa a los problemas de visión. Mitos y verdades sobre la relación entre las gafas y el coeficiente intelectual.
Si a cualquiera le propusieran imaginarse el retrato de un típico nerd, los anteojos serían, casi con seguridad, el primer objeto al que se recurriría. La relación entre los problemas de visión y el desarrollo intelectual fue asumido de manera universal sin la necesidad de una reafirmación empírica… hasta hoy.
¿Qué sucede cuando la propia ciencia confirma el vínculo entre el uso de las gafas y la inteligencia?
Un informe de la Universidad de Mainz, en Alemania, reveló que las personas que mejor se formaron académicamente desarrollaron un mayor grado de disfunción visual. Por ende, una mayoría de los adultos que hoy usan anteojos, dedicaron un mayor tiempo de su vida a los estudios.
«Quedamos absolutamente sorprendidos porque, hace 50 años atrás, pensábamos que la miopía y otras disfunciones visuales estaban estrictamente relacionadas a la genética. Y ahora vimos que no es tan así», reveló Alireza Mirshahi, uno de los líderes de la investigación.
A más libros, menos visión
El estudio fue realizado a unos 4.658 personas de entre 35 y 74 años de diferentes ciudades de Alemania. Cada participante que alguna vez había sido sometido a una cirugía de corrección ocular debía someterse a un examen y luego los resultados se compararían de acuerdo a la edad, el sexo y el nivel educativo.
Los resultados dejaron cifras absolutamente inesperadas para los especialistas: De las personas que sólo finalizaron los estudios primarios, un 27% manifestó problemas de visión. Mientras tanto, la cifra creció a un 35% de aquellos que finalizaron sólo los estudios secundarios y terminó por escalar a un 53%, es decir uno de cada dos, de los adultos que se recibieron en la Universidad.
Uno de cada dos de los encuestados que lograron el título universitario, padece problemas de visión
«Pudimos ver que el factor genético cumplía un rol en la prominencia a la deficiencia visual. Sin embargo, notamos que el factor ambiental era mucho más importante«, agregó Mirshahi.
Por su lado, la oftalmóloga danesa Nina Jacobsen, una de las más prestigiosas de Europa, se mostró sorprendida con la nueva investigación: «Se confirma, de esta manera, que hay una relación clara entre el tiempo que uno le dedica al estudio y el desarrollo, en diferentes niveles, de la miopía».
La propia Jacobsen comandó otro estudio en el 2007 con estudiantes de 13 a 18 años en el que descubrió que aquellos jóvenes con anteojos demostraron tener un coeficiente intelectual más alto que los de una vista sana.
El debate
La comunidad científica todavía se mantiene cauta respecto a la relación directa entre la lectura y el desarrollo de enfermedades de la vista.
Los datos de un incremento de los problemas visuales es real: sólo en Estados Unidos, la cantidad de gente con problemas de visión creció en cuatro décadas del 25% al 41% de la población. En tanto, en algunos países de la Asia Oriental se registraron casos de miopía en el 90% de los adolescentes.
Muchos encuentran el motivo en la permanencia constante frente a una pantalla de TV, computadora, tablet, celular o algún que otro libro. Sin embargo, aún faltan detalles para asegurarlo: «El foco hay que ponerlo en descifrar qué tipos de lecturas o pantallas están relacionados directamente con estos problemas. Y qué tipo de daño generan. Eso aún no se ha definido por completo», afirmó Susan Vitale, epidemiologista del Instituto Nacional del Ojo en Bethesda, Maryland.
Cuestión de imagen
Por más que suene increíble, el uso de los anteojos también puede representar un intento de mejora del marketing personal. Un estudio del Colegio Británico de Optometristas realizado en Londres reveló que el 43% de los participantes declaró sentirse más inteligentes si llevaban los anteojos puestos.
Además, se descubrió que el 40% de esos encuestados consideraría seriamente ponerse anteojos (aún sin problemas de visión) para acudir a una entrevista de trabajo.
«Cuando se ve a alguien con anteojos, no sólo se piensa que es alguien inteligente, sino se le adjudica un grado de honestidad. De inmediato los asumimos como callados y que no generarán ningún problema», analizó la especialista en relaciones estadounidense